Autor:
Prof: Fernando Mazzoni
mazzo@lacasilla.com.ar
Indice
1.
Introducción
El Futuro
De La Pobreza "Los pobres dependen de ustedes los empresarios.
El papel social que tienen es inmenso (...). La primera prioridad es
el empleo, porque de ello depende la democracia. La democracia no cambia
la sociedad si es solamente votar. (...) El capitalismo salvaje parece
que da más puestos de trabajo pagando más. Ya estamos acostumbrados
a que en Europa nos llamen salvajes. (...). En Europa se ha conservado
muy fuerte la concepción del Estado como pastor. Esta concepción está
en la raíz del comunismo y el socialismo, que ven a la gente como un
rebaño, sin iniciativa ni responsabilidad." (Michael Novak
en foro de ACDE, en El Observador del 31 de
julio 1999)
Uruguay: Menos pobres pero más marginados e excluidos sociales "(...)
Hay que dejar de discutir la validez de las políticas económicas que
han logrado no solamente que el país creciera económicamente, sino que
redujera sistemáticamente su nivel de pobreza del país. Entonces no
parece que la pobreza debería ser un tema central del debate de la agenda
social de hoy.
—¿Y cuáles son los nuevos problemas sociales?
—Están ligados al propio desarrollo y tienen que ver mucho más
con problemas de marginalidad y de exclusión social, y no necesariamente
están ligados a la acumulación material de bienes. Uno puede tener un
alto grado de bienestar material y, sin embargo, tener una creciente
sensación de exclusión dentro de la sociedad. Todos los analistas concuerdan
en que hace veinte o treinta años atrás, la sociedad uruguaya tenía
un altísimo grado de integración social, incluso cuando la pobreza era
mucho mayor que la de hoy.
—¿Es una "agenda social" similar
a la que se discute a nivel de los países desarrollados?
—Absolutamente es así. Somos el único país de América Latina que
logró crecer de manera sostenida a nivel económico, bajar la pobreza
y mejorar la distribución del ingreso. Y eso no se debe a una política
en particular, eso es el conjunto de los acuerdos institucionales que
el Uruguay se ha dado. Eso es una expresión de su grado de interrelación
social. Pero en los últimos quince años, en los cuatro ámbitos de socialización
tradicionales como son la familia, el barrio, la escuela y el lugar
de trabajo, han habido cambios absolutamente revolucionarios, que estamos
mirando muy poco, que estamos hablando muy poco acerca del impacto lógico
que tienen esos cambios sobre la vida de cada uno y sobre la sensación
térmica social. Se triplicó la tasa de divorcio, se duplicó la cantidad
de nacimientos de hijos ilegítimos y la mujer se incorporó al mercado
de trabajo. Esto último es positivo desde el punto de vista del ingreso
de los hogares, pero empezaron a haber hogares sin una presencia adulta.
En el barrio aparecieron fenómenos de urbanización que no conocíamos
como los guetos. Y esto no es por mayor pobreza. También existen guetos
para ricos, barrios cercados. El country, por ejemplo, es un fenómeno
moderno y tremendamente agresivo en términos sociales. El viejo barrio
policlasista donde todo el mundo se encontraba
más allá de sus diferentes niveles de ingreso, se apoyaban mutuamente,
se conocían y extendían lazos sociales que después duraban toda una
vida; bueno, eso no está sucediendo hoy. Los estratos de ingresos se
están separando en el tejido urbano y están levantando barreras entre
sí. Este es un tema grave que no se está estudiando. Nadie lo está mirando
como un tema de prospectiva, de cómo va a impactar eso sobre el grado
de integración social que supimos tener. El enrejado de las casas puede
ser que genere cierto grado de seguridad hacia adentro, pero genera
violencia hacia afuera. Es tremendamente agresiva la reja en términos
de exclusión. (...)
Cuesta Abajo Y Sin Ilusiones "Los pobres actuales vienen por lo
general cuesta abajo. Hay muchos factores que inciden, pero, en lo económico,
el estrechamiento, hasta desaparecer, de las oportunidades es el que
ha empujado a muchos a la emigración, a la vez que a los menos emprendedores
por la ruta descendente que termina en la marginalidad. Ahora es muy
poco lo que podemos hacer que no consista en deshacer los errores de
múltiples generaciones, que destruyeron nuestro potencial económico
a través de la consistencia de políticas económicas disparatadas. Pero
nadie puede pretender que, de tener éxito la empresa restauradora, los
pobres salgan del bache en apretada formación. Será necesario que la
aparición de oportunidades resucite la cultura de las oportunidades.
Por un tiempo será una élite de entre ellos
la que aproveche el cambio." (Ramón Díaz, en El Observador del
12 de julio 1999)
—¿Qué cambios hubo a nivel del trabajo?
¿Está vinculado al problema del desempleo?
—El tema de la inestabilidad laboral es mucho más importante para
entender la sensación térmica. En el Uruguay el empleo en el sector
privado se parecía mucho al sistema de protección del empleo japonés.
Acá para que se fundiera una empresa tenía que estar en una situación
muy, muy especial. Esa garantía que de alguna manera antes extendía
el Estado a casi cualquier puesto de trabajo, fuera público o privado,
hoy en día ya no existe. (...)
—La gente vive mejor, pero angustiada...
—Es indiscutible que se venden muchos más autos, hay más hogares
con televisores y videograbadores, hubo un
aumento del consumo en todos los rubros. El tema es si ese aumento del
bienestar material y de la capacidad de consumir bienes ha ido acompañado
de un aumento del bienestar espiritual y psicológico de la gente. Y
yo creo que no necesariamente fue así. En algunos casos sí y otros no.
(...)
Vision Presidencial "El desempleo en
nuestro tiempo, es un fenómeno universal y estructural. Corresponde
a una mutación en la civilización contemporánea, en los modos de producir
y educar. Las sociedades deben adaptarse y la nuestra está en el camino
de hacerlo." (presidente Julio M. Sanguinetti,
en Posdata del 25 de julio)
—Existe la percepción de que en los últimos años aumentó la marginalidad:
más mendigos, más niños pidiendo en los ómnibus. ¿Usted entiende que
esto es una sensación o es una realidad?
—Marginalidad siempre hubo, pero era una marginalidad ligada a
una imposibilidad de acceder a ciertos niveles de bienestar
material. Era una marginalidad que se confundía con el problema de la
pobreza y con la falta de recursos. Hoy en día, la marginalidad moderna,
y creo que es creciente en nuestra sociedad, es un problema de desintegración
social. Por supuesto que se manifiesta en los sectores de menores ingresos.
Pero no necesariamente los marginales son pobres en el Uruguay. Muchas
de las personas que nosotros visualizamos hoy como marginales tienen
una situación material mucho mejor que la que tuvieron en el pasado.
(...)". (director del programa de Fortalecimiento de las Areas
Sociales dependiente de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Máximo
Halty, en Búsqueda del 26 de noviembre)
La Barbarie, La Civilizacion, Y Los Pensamientos
Complejos "El paradigma de la complejidad es integrador, no contrapone
ni escinde sujeto y objeto, acepta el desorden y la incertidumbre. (...)
Nuestra salvación personal se halla en la conciencia, en el amor y en
la fraternidad (...). No debemos dejarnos someter por las ideas, pero
no podemos resistir a las ideas más que con ideas. Una parte de nuestra
vida está en la vida de las ideas. Una parte de la humanidad está hecha
de ellas. Pero estamos todavía en la fase ‘bárbara’ de las
ideas y deberíamos poder establecer relaciones civilizadas con ellas.
De ahí surge la idea de complejidad".(pensador
francés Edgar Morin en Brecha del 17 de abril)
Ce.R.P. del Este
Ciencias Sociales - Sociología en el Uruguay.
2.
Pobreza y Marginalidad
Problemas
de desintegración social
La tapa de este trabajo esta diseñada con recortes de noticias de los
principales medios de prensa escrita de nuestro país con
relación a los conceptos de pobreza y marginalidad que más adelante
serán desarrollados. Seleccioné estas noticias para contextualizar este
trabajo y poder tener una visión critica acerca de la realidad social
en la cual vivimos.
Creo necesario citar algunos datos con respecto a la población de nuestro
país para realizar diferentes apreciaciones.
Uruguay
tiene al 22 de mayo de 1996, fecha de realización del VII Censo General de Población de Hogares y V de Vivienda,
3.163.763 habitantes, de los cuales 51.46% son mujeres. La tasa anual
media de crecimiento intercensal promediada
desde el censo e 1985 al de 1996, equivale a 6.44 por mil. Este crecimiento
no es homogéneo; la población urbana crece a una tasa anual promedio
de 10 por mil, mientras que las áreas rurales pierden población a un
ritmo del 21.2 por mil anual.
El 42% de la población se concentra en su capital, Montevideo. Ese nivel
de concentración urbana se repite en las capitales departamentales del
interior del país. El 91% de la población total del país se concentra
en áreas urbanas. Su población rural apenas supera el 9% del total.
Se calcula que alrededor del 10% de la población actual es descendiente
de esclavos Africanos.
En lo que hace a la migración externa, en los últimos cinco años han
venido a recidir al país algo más de 34.000
personas. La mitad de ellas se han radicado en Montevideo. La composición
por edades de la población, muestra una alta proporción de personas
en edades adultas mayores (personas de 65 años o más) con un 13%; mientras
que los jóvenes alcanzan sólo el 25%. Dentro de la primera, a iguales
edades, predominan las mujeres sobre los varones; 15% y 11% respectivamente.
Las mujeres predominan en las áreas urbanas y los hombres en las rurales.
La tasa global de fecundidad se estima para el total del país en 2.6
hijos por mujer. La fecundidad adolescente registra un aumento muy significativo;
de 62 nacimientos por cada mil mujeres en edades entre 15 y 19 años,
esta cifra se eleva actualmente a 76 nacimientos por cada mil mujeres.
Paralelamente se observa un descenso en las edades cúspide de fecundidad
(25 a 29 años), y un incremento de las tasas en las edades avanzadas.
Se evidencia una modificación en las modalidades de constitución familiar;
va perdiendo peso relativo el matrimonio como institución formal, y
aumentan las uniones consensuales o de hecho.
Desde el punto de vista educativo, la población analfabeta está representada
por el 3.1%. Son 47% los que llegaron a los niveles de enseñanza media
o superior.
Desde el punto de vista de la estratificación social, Uruguay tiene
una clase trabajadora vinculada fundamentalmente a los servicios y entes
estatales, un extinguido sector de trabajadores del sector industrial
y una importante masa de trabajadores estivales, que desarrollan sus
actividades, fundamentalmente de servicios, vinculados al turismo.
El problema del desempleo ha pasado a tener una trascendencia mundial.
Para América Latina y el Caribe, Uruguay y Argentina son los países
que muestran los mayores niveles de desempleo, siendo un 11.4% y 14.9%
respectivamente. En cuanto a la situación general de los jóvenes, aproximadamente
el 70% de los desocupados jóvenes pertenecen al 40% más pobre de la
población.
Este trabajo tiene como temas centrales: la pobreza (como fenómeno de
larga duración y acumulación), y la marginalidad social. Si bien aunque
sea en la pobreza donde se concentre la mayor marginalidad esta no es
sinónimo de pobreza. La idea más generalizada de la pobreza (que se
manifiesta en las formas de medición de la misma) tiene que ver con
la carencia o escasez de bienes materiales, ya sea medidos de forma
directa a través del indicador de necesidades básicas insatisfechas,
o bien de manera más indirecta por medio de las insuficiencias de los
ingresos, o línea de pobreza. Por cierto la cuantificación del fenómeno
es importante, sin embargo su comprensión no puede agotarse con la misma,
ya que por una parte existen elementos no monetarios (difícilmente medibles)
que inciden en el bienestar de las familias y las personas y, por otra,
aspectos culturales, territoriales y políticos inciden en la configuración
de la pobreza.
A su vez, desde esta perspectiva, y en este escenario emergen crecientemente
durante la década de los noventa, diversas manifestaciones de "segmentación
y fragmentación socioeconómica y cultural". Así por ejemplo, surgen
"nuevos perfiles de marginalidad y pobreza" (inserción laboral
precaria, insuficiencia de ingresos, movilidad descendente y violencia),
que asociados a pautas de segregación residencial y educativa, acentúan
la desintegración y segmentación social.(Katzman 1996).
De esta forma podemos re-pensar los significados, el sentido moderno,
aceptando la complejidad de las interacciones globales y a su vez re-discutir
la autonomía de los campos culturales, políticos, económicos, y sus
necesarias interconexiones.
3.
Los Pobres Se Concentran En Las Ciudades
Perfiles
de América Latina
Ciudad
globalizada.
Ciudad de México y São Paulo lo son en tanto
megaciudades; en otras ciudades centrales en la región,
existen núcleos estratégicos globalizados; estas son ciudades satélites,
que actúan como polos de atracción, donde circulan redes de comunicación,
se transportan personas, bienes y servicios, y en casi todas las concentraciones
urbanas, es posible encontrar enlaces globalizados —desterritorializados—
de la producción y consumo.
Ciudad
localizada.
Las grandes áreas metropolitanas, al igual que las ciudades secundarias,
provinciales y pequeñas localidades urbanas, están segmentadas en sectores
identificables, por usos, por historia, por características socioeconómicas.
Estos sectores todavía preservan la especificidad de pueblos y barrios.
Ciudad
violenta.
Colombia tiene la tasa más alta de homicidios del mundo; la siguen Brasil,
Panamá y México. Algunos autores señalan que en las ciudades el origen
de la violencia está relacionado con una crisis de integración. Los
cambios económicos y sociales que están ocurriendo en América Latina
significan pasar de sistemas de movilidad social colectiva a sistemas
de movilidad social individual. Ciertamente los valores de un mundo
urbano popular, en donde predominaba una cultura obrera, desaparecen
con los cambios recientes.
Estas ciudades —la globalizada, la localizada y la violenta—
nos hacen perder de vista que la ciudad latinoamericana también es una
Ciudad empobrecida. En América Latina los pobres en los años noventa
se concentran en las ciudades. Fenómeno nuevo y creciente, que ha ocurrido
en los últimos veinte años. Si bien el porcentaje total de personas
pobres en la región ha crecido levemente en términos porcentuales, la
población urbana pobre en el período entre 1970 y 1990 pasó del 29 al
39 por ciento, mientras que la población rural pobre disminuyó porcentualmente
del 67 al 61 (Cepal 1994).
Si en 1970 en las áreas rurales se encontraba el 63 por ciento de los
pobres de América Latina, hoy el 59 por ciento de ellos está en áreas
urbanas. En cifras absolutas significa que el número de personas pobres
que habitan en las ciudades ha pasado de 44 millones a 115 millones
de personas (Cepal 1994:157). Esta concentración de pobreza en las áreas
urbanas crea nuevas y crecientes demandas por suelo urbano, vivienda,
infraestructura, servicios, integración y participación, demandas a
menudo no satisfechas por las autoridades.
Actualmente la situación social en las áreas urbanas es más compleja
que en décadas anteriores. La mayor concentración de pobreza a la que
se aludía en el párrafo anterior es, además, de carácter heterogéneo
y ligada a factores diversos y cambiantes, con una mayor desigualdad
en la distribución del ingreso. La concentración de la pobreza en las
ciudades ha cambiado su geografía, reforzando la tradicional segregación
especial hasta alcanzar situaciones en que es difícil seguir hablando
de una sola ciudad, ahora que los grupos segregados tienen diferentes
vidas, confinadas a diferentes límites espaciales.
Si echamos un vistazo al programa de "Sociología en el Uruguay"
vimos que desde las postrimerias del siglo
XIX hasta nuestros días, como los ciclos de vida estaban
asociados a pautas culturales, y como con la modernización del Estado
se consolida a la mayoria de la población
mejores condiciones de vida, regulando la urbe, creando una mentalidad
urbana, planificando. Así lo muestra, por ejemplo, Germán Rama en su
libro "Democracia en el Uruguay" donde plantea la necesidad
de rentar con una mano de obra instruida, que se pueda insertar en una
industria humana, y por otra parte por una necesidad de integración
social.
En el pasado la pobreza era la consecuencia de la dualidad campo-ciudad,
urbanismo-ruralidad, industria-producción
artesanal, progreso-retraso, etc. La marginalidad era el producto del
proceso de modernización capitalista industrialista y urbanista que
dejaba al margen de dicho proceso a sectores importantes de campesinos
y pobres atraídos por las ruidosas campanas del progreso.
En el pasado, el Estado, la acción de los partidos populares y los movimientos
sociales trataron de superar los problemas de marginalidad y desigualdad
social redistribuyendo, fortaleciendo el ámbito de los público (educación,
salud, infraestructura, equipamiento social, etc,),
impulsando reformas agrarias, alfabetizando, ampliando y extendiendo
el sistema educacional, profundizando la democracia creando condiciones
de movilidad social.
La modernización de la sociedad moderna, entendida neoliberalmente,
coloca al mercado en el centro de las decisiones económicas, sociales,
culturales y políticas y para comenzar este trabajo, encuentro necesario
explicitar algunas de las particularidades del contexto de globalización
en el cual estamos ubicados.
En su definición más amplia, el término engloba un proceso de creciente
internacionalización o mundialización del
capital financiero, industrial y comercial que exige un reacomodo en
las distintas dimensiones, que abarca de lo político-económico, a lo
socio-cultural. Lo que se globaliza no son únicamente las instituciones
estatales y las estrategias económicas, sino también las ideas y los
patrones socioculturales de comportamiento. Esto debido a que, durante
la segunda mitad del siglo XX, la globalización del capital vino acompañada por la
revolución informática y, muy especialmente, por dos de sus productos
tecnológicos: la industria cultural y la comunicación a distancia.
En cuestión de pocas décadas los medios electrónicos de comunicación
(teléfono, cine, televisión, video, fax, Internet) han propiciado una
transformación jamás conocida en los imaginarios culturales de la humanidad.
Rompiendo barreras culturales, sociales, políticas o ideológicas erigidas
desde hace milenios, los medios han configurado una verdadera cultura
global de masas. Todo un universo de signos y símbolos difundidos planetariamente
por los mas media empiezan a definir el modo en que millones de personas
sienten, piensan, desean, imaginan y actúan. Signos y símbolos que ya
no vienen ligados a las peculiaridades históricas, religiosas, étnicas,
nacionales o lingüísticas de esas personas, sino que poseen un carácter
trans-territorializado y, por
ello mismo, postradicional. (cf.
Giddens 1993).
Dos interrogantes que ayudan a dibujar al pobre del siglo XXI.
¿Se aprende a ser pobre? ¿Estamos frente a una pobreza aprendida?
El pobre, en una sociedad sin movilidad ni equidad social, es socializado
para que se acostumbre a vivir en su estado de pobreza. Ello ocurre
sobre todo cuando la pobreza es una condición social que prácticamente
se hereda de generación en generación: los pobres son por lo general
hijos de pobres, los que a su vez, probablemente producirán otros pobres
y otros pobres...
Solo la educación puede contribuir parcial y ocasionalmente como mecanismo
de superación de la pobreza. Ocasionalmente,
debido al hecho de que por lo general los pobres no tienen acceso completo
a la educación y, aun cuando legalmente sea un derecho establecido,
las condiciones socio-económicas obligan a muchos niños a desertar tempranamente
del sistema educacional. Trabajo y salarios justos constituyen - en
toda sociedad - un decisivo factor de superación de la pobreza. Actualmente
el trabajo mal remunerado y precario, constituye el factor más importante
causante de pobreza, la que incluso afecta a importantes segmentos de
las llamadas clases medias.
Se aprende a ser pobre, como una condición cuasi
natural. Quien vive largamente en un sistema termina por habituarse
a él. El sistema lo habitúa, lo obliga a aceptar las reglas del juego,
sus normas, sus pautas de conducta y sus valores, sus formas de ser,
de relacionarse, su lenguaje y formas de entendimiento, su violencia
y sus conflictos. Estas relaciones están fundadas en la precariedad
del suelo y del techo compartido, en la estrechez habitacional, en la
falta de recursos y dinero, en el terrible y limitado "aquí"
del vivir cotidiano, en la imposibilidad de romper este círculo vicioso
del ser pobre.
El ser humano para reproducirse en forma normal, necesita de determinadas
condiciones. Las mismas, ya deben existir en el momento de la concepción,
pasando de la niñez a la adolescencia, juventud, adultez y vejez. El
ciclo de la vida exige de condiciones especiales, diferenciadas conforme
se evoluciona biológica, humana y espiritualmente. El ser humano es
un ser completo y complejo. Por lo tanto no se le puede tratar reducidamente,
como un mero factor económico, un ente biológico o puramente individual.
Por lo general los sistemas sociales no consideran las diferentes dimensiones
de la vida humana, acentuando un aspecto parcial de su condición. Cuando
estas condiciones faltan, el ser humano no puede desarrollar todas sus
potencialidades, se queda a medio camino, individual y socialmente incompleto.
Los pobres son seres humanos frustrados en su posibilidades
de desarrollo integral. El empobrecimiento abarca los aspectos físicos,
biológicos, habitacionales, recreativos, culturales, económicos, sociales,
políticos espirituales y afectivos que configuran la vida social. Todos
los factores son susceptibles de medir de alguna manera, sea en forma,
en su calidad y en su cantidad. Más aún, en el caso del estándar o calidad
de vida, los parámetros cuantitativos suponen una valoración cualitativa
y, a su vez, lo cualitativo se manifiesta también en cantidad.
4.
El individuo y la necesidad del espacio
En países
europeos desarrollados la habitación no sólo está estipulada como una
necesidad elemental, sino que además existe una cuantificación cualitativa
de lo que cada persona necesita como mínimo; ello se expresa en espacio
construido, en cantidad de metros cuadrados por persona o niño. Al fijarse
metros cuadrados habitables por personas, en el fondo se parte de una
condición habitacional requerida por una persona para desenvolverse
físicamente. Es decir, la cantidad de metros cuadrados de habitación
corresponde a una concepción de calidad habitacional. Los pobres tienen
lo mínimo, en el espacio físico mínimo, en la vivienda mínima, para
un individuo considerado también mínimamente.
La reducción del espacio habitacional a un mínimo, reduce también a
un mínimo las posibilidades de movimiento y de vida al interior de la
vivienda, limita gravemente las posibilidades de convivencia familiar;
impide el crecimiento individual de cada ,miembro
de la familia, dado que al individualidad subjetiva requiere de un espacio
propio para cultivarse y crecer y, de esta manera poder relacionarse
adecuadamente con el resto.
En el fondo, la reducción del espacio habitacional impide que se desarrolle
el conjunto de la comunidad familiar. Más aún, el hacinamiento facilita
la promiscuidad y la violencia intrafamiliar. Por otra parte, la monotonía
y la uniformidad de la construcción, lo repetitivo, hace homogéneo el
paisaje de los pobres, los empobrece estéticamente. La vivienda constituye
un factor esencial en el momento de marcar el límite de la pobreza.
La carencia de vivienda otorga al afectado el denigrante sello de "vagabundo,
mendigo", por lo general asociado a otras carencias - trabajo,
educación, alimentación, ingresos estables - patentiza de manera dramática
una condición de absoluta vulnerabilidad individual y social.
La carencia habitacional, la condición social de "sin techo",
implica el total desarraigo territorial, significa la falta de un lugar
físico y geográfico donde instalarse humanamente, para construir identidad
personal y ser reconocido por la comunidad como un sujeto concreto,
existente y provisto de una dirección territorial y vecinal. La carencia
habitacional atenta contra el desarrollo de la subjetividad y de la
ciudadanía.
La falta de acceso a la educación y cultura constituye otro factor que
bloquea el desarrollo del potencial humano y ciudadano moderno que toda
persona representa de por si. En la época moderna la educación y la
cultura proporcionan al individuo herramientas fundamentales para la
autoemancipación y el desarrollo de la individualidad. No
sólo el acceso a los medios de producción transforman en "señor",
también la cultura - sobre todo cuando no se posee bienes de capital
- contribuye al ascenso social. No sólo la economía es un factor de
poder, también el dominio de conocimientos, la acumulación de información
y saber. Y quien no posee medios de producción ni bienes culturales
es víctima de una doble marginación social. Los sectores medios en las
sociedades modernas logran, precisamente, movilidad social, gracias
al control profesional de medios informativos y conocimientos. El poder
actual de la tecnocracia, de la burocracia y de los profesionales atestiguan
esta afirmación, poder que se extiende a diferentes esferas de la vida
económica, social, política y cultural.
Pobres sin conocimiento, sin información, carecen de la sustentación
cultural necesaria para sobrevivir en un mundo cada vez más complejo
y difícil de descifrar, comprender e interpretar. La educación y la
cultura de calidad pueden ayudar a los pobres a enfrentar por sí solos
los difíciles - muchas veces insuperables - problemas que sufren día
a día. Adecuados niveles de educación constituyen un indicador esencial
de la sustentabilidad social de la población
pobre. No se trata por cierto de aumentar la escolaridad cuantitativamente,
sino de ofrecer una educación de calidad, capaz de proporcionar competencias
profesionales, culturales y sociales que hagan de los
pobres personas cultas, provistas de igualdad cultural, indispensable
para la acción e interacción social en grupos y en sociedad.
La afectividad es otro factor significante en la construcción de la
relación humana, en el habla, en la consideración y respeto mutuo. La
carencia de afectividad, de amor, disminuye la autoestima y destruye
la identidad individual. El desarrollo de la afectividad requiere de
la existencia de condiciones de convivencia humana, propicias para el
surgimiento del equilibrio y la armonía.
La afectividad se cultiva desde la infancia y constituye para la vida
cotidiana una energía indispensable para el desarrollo y la felicidad
humana. Los pobres tienen la misma capacidad afectiva que otros sectores
sociales. Sin embargo, la dureza de la condiciones de vida, el hacinamiento,
la falta de privacidad, la carencia de espacio, los golpes, la desinformación,
la represión, tabúes e inseguridades a que se encuentran permanentemente
sometidos, dificultan enormemente el ejercicio libre y pleno de la afectividad.
La sustentabilidad social es una realidad
compleja que abarca importantes y vitales aspectos del desarrollo de
la vida humana.
El ser humano no es capaz de autosustentarse,
sólo lo puede hacer socialmente, en la vida solidaridaria
e interrelacionada, en redes de comunicaciones y complementaciones interindividuales
y sociales, respaldadas equitativamente por las mediaciones institucionales,
en especial por un Estado activo y redistribuidor del conjunto de los
beneficios sociales. Trabajo estable, salud, participación en las decisiones
y vida en un ambiente libre de contaminación constituyen también, factores
fundamentales de la sustentabilidad social.
5.
Sistema Cerrado De La Pobreza
La pobreza que afecta a millones de personas - así como a la mayoría
de los pueblos latinoamericanos - no es un problema de ahora, sino de
larga duración y acumulación. La estratificación histórica de las sociedades
han mostrado como realidad constante la existencia de un segmento de
población pobre, el que se ha reproducido históricamente dentro de limites
impuestos por la demarcación cuasi estamental
de las clases.
Se nace, crece, envejece y muere en el estrato marcado por la pobreza.
La pobreza constituye una especie de submundo
- no necesariamente subcultura - que establece fuertes condicionamientos
estructurales a las personas que por desgracia social les corresponde
desenvolverse en dicho medio.
En este sentido, la pobreza es un mundo cerrado, un círculo autoreferido y autoalimentado por profundas falencias y
precariedades económicas, nutritivas, emocionales, culturales, intelectuales,
políticas, sociales, ambientales, temporales y espaciales. La pobreza
tiene una larga historia, en la que unos pobres van heredando los problemas
y la pobreza de otros. Son el producto del "costo social"
de las transformaciones económicas, políticas, sociales y culturales
que vive una sociedad en su trayecto histórico.
La falta de mecanismos efectivos de movilidad social y la concentración
extrema del ingreso han consolidado este círculo vicioso de la pobreza.
Los países desarrollados implementaron políticas de compensación social
de carácter integral, plasmadas en los llamados "estados de bienestar
social". Sus sistemas sociales eran abiertos, ofrecían a la mayoría
de la población - independientemente de su pertenencia social - posibilidades
de experimentar progresos, de subir en la escala social. Especialmente
la educación fue el instrumento cultural que por excelencia contribuyó
a desarrollar el potencial intelectual, técnico, profesional y ciudadano
de las personas.
Resulta muy difícil definir o describir con precisión lo que significa
la pobreza para los afectados. Entre los sectores sociales más duramente
afectados por la pobreza se encuentran sin duda las mujeres. Con razón
en la literatura sobre estudios de la mujer se emplea el término "feminización
de la pobreza". La mujer no sólo está más cerca que el hombre de
la pobreza, a ella además le corresponde enfrentar diariamente las situaciones
de pobreza que vive la familia o ella y sus hijos cuando se trata de
mujeres jefas de hogar (cerca de un 25 % de los hogares pobres).
La racionalidad instrumental, de que nos hablaba Weber,
ha seguido avanzando, inspirando e impregnado los llamados procesos
de modernización. En todo caso se trata de una racionalidad capitalista
privatizadora, donde lo que cuenta es la cuantificación y la acumulación
de riquezas. En este sentido puede decirse que el desencanto de la modernidad
sigue su curso... con el rigor endurecido del atraso y la pobreza.
6.
Estigmatización De La Pobreza
Ser pobre
significa algo mas que una mera condición social.
Pobres no sólo son aquellos que carecen de los medios necesarios para
subsistir, sino que además constituyen una especie de "mal social",
una "enfermedad" que corroe las bases de la sociedad "sana".
Los pobres son apuntados con el dedo, como seres de otro mundo, carentes
de las cualidades y virtudes que se supone al ciudadano integrado.
Pobre es alguien que además de vivir en carencias, no está en condiciones
de valerse por sí mismo. En otros casos la estigmatización está relacionada
con la conducta "conflictiva" de determinados sectores de
pobres. El estigma reproduce pobreza en la conciencia del que ya es
pobre, al depositar culpabilidad sobre la condición de pobre sobre el
mismo afectado.
Estamos ante una sociedad más compleja y diferenciada, pero sobre todo
fragmentada. El tema hoy no es la dicotomía pobres-ricos sino incluidos-excluídos, ciudadanos con futuro o sin él.
7.
Bibliografía
Aportes
de la prof: Laura Vigo
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